Navantia elabora en Galicia un tercio de sus pedidos y prevé crecer un 42%
El plan de la compañía hasta el 2011 elude despejar si la antigua Astano seguirá haciendo solo bloques de barcos Navantia ha diseñado un plan estratégico para los próximos cuatro años (2007-2011) con el que pretende invertir por completo su situación financiera, dejar atrás definitivamente los números rojos que siempre han caracterizado al naval público e incrementar en un 42% su facturación anual. Así, espera pasar de los 1.320 millones ingresados este año a 1.880, en el 2011. La compañía invertirá 171 millones en este período, a cuyo término espera haber multiplicado por 13 sus beneficios, que se lograrán este año por primera vez y alcanzarán los 1,6 millones.
Para lograr estos objetivos, Navantia arranca con una cartera de pedidos histórica, que supera los 6.254 millones de euros, un 35,5% de los cuales se corresponden con los astilleros de la ría de Ferrol, es decir, las antiguas Astano y Bazán. No obstante, su repercusión sobre el empleo es mayor, con casi 43 de cada 100 trabajadores de la compañía pública.
Pese a las previsiones de facturación realizadas, el programa no refleja qué nuevos contratos generarán esas ventas.
Tras el gallego, el astillero de Cartagena es el segundo centro del grupo con mayor cartera de pedidos, seguido de la bahía de Cádiz y, por último, de las oficinas de Madrid.
La reducción de costes, la centralización de compras y la congelación del empleo directo son tres de los instrumentos que utilizará Navantia para lograr los objetivos del plan, que ya han suscitado las críticas de los sindicatos.
El programa de futuro, que el accionista de la compañía, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), presentó el pasado miércoles a las centrales firmantes de la última reconversión, obvia concretar la especialización de sus centros y tampoco despeja el futuro de la antigua Astano. La planta de Fene es la única de la compañía que está únicamente destinada a la fabricación de bloques, es decir, partes de buques, la única en la que no se monta un barco completo.
Después de la firma de los últimos contratos con la Armada de Australia -que encargó a Navantia el diseño de tres fragatas F-100 y la construcción de dos buques de proyección estratégico (BPE)-, los representantes de los trabajadores de las plantas gallegas reclamaron que uno de los barcos fuese construido totalmente en el astillero de Fene. Sin embargo, la empresa no ha manifestado por el momento cómo repartirá el trabajo y tampoco lo hace ahora en su plan para los próximos años.
Inversiones
Tampoco concreta el programa el reparto de las inversiones por sus centros, aunque hay dos capítulos -el de mejora de la productividad y el de mantenimiento de la capacidad operativa-, que absorben, con 49,5 y 52,1 millones, respectivamente, el grueso de los gastos.
En cuanto a los mercados potenciales para suscribir nuevos pedidos, Navantia señala a los países del Golfo y Asia. En este continente, la empresa española ha logrado ya cerrar algunos contratos, como es el caso de Malasia y Tailandia, «tradicionalmente controlados por franceses y alemanes», dice el informe. Estos países cuentan con un elevado presupuesto para la compra de material militar naval de alto valor añadido, como fragatas y submarinos, pero carecen de una industria con capacidad para fabricar los buques.
Últimos encargos
También subraya la empresa la consecución de los últimos programas con Australia, que suponen plataforma en el mercado militar en la zona.
La presentación del plan se produce casi tres años después de asumir este compromiso la SEPI, que prometió elaborar un programa para los astilleros públicos tras la última reconversión, de diciembre del 2004. De hecho, el programa de futuro consolida una estructura por zonas geográficas y una organización que funciona desde que inició oficialmente su actividad Navantia, en marzo del 2005. (Fuente: La Voz de Galicia).
Para lograr estos objetivos, Navantia arranca con una cartera de pedidos histórica, que supera los 6.254 millones de euros, un 35,5% de los cuales se corresponden con los astilleros de la ría de Ferrol, es decir, las antiguas Astano y Bazán. No obstante, su repercusión sobre el empleo es mayor, con casi 43 de cada 100 trabajadores de la compañía pública.
Pese a las previsiones de facturación realizadas, el programa no refleja qué nuevos contratos generarán esas ventas.
Tras el gallego, el astillero de Cartagena es el segundo centro del grupo con mayor cartera de pedidos, seguido de la bahía de Cádiz y, por último, de las oficinas de Madrid.
La reducción de costes, la centralización de compras y la congelación del empleo directo son tres de los instrumentos que utilizará Navantia para lograr los objetivos del plan, que ya han suscitado las críticas de los sindicatos.
El programa de futuro, que el accionista de la compañía, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), presentó el pasado miércoles a las centrales firmantes de la última reconversión, obvia concretar la especialización de sus centros y tampoco despeja el futuro de la antigua Astano. La planta de Fene es la única de la compañía que está únicamente destinada a la fabricación de bloques, es decir, partes de buques, la única en la que no se monta un barco completo.
Después de la firma de los últimos contratos con la Armada de Australia -que encargó a Navantia el diseño de tres fragatas F-100 y la construcción de dos buques de proyección estratégico (BPE)-, los representantes de los trabajadores de las plantas gallegas reclamaron que uno de los barcos fuese construido totalmente en el astillero de Fene. Sin embargo, la empresa no ha manifestado por el momento cómo repartirá el trabajo y tampoco lo hace ahora en su plan para los próximos años.
Inversiones
Tampoco concreta el programa el reparto de las inversiones por sus centros, aunque hay dos capítulos -el de mejora de la productividad y el de mantenimiento de la capacidad operativa-, que absorben, con 49,5 y 52,1 millones, respectivamente, el grueso de los gastos.
En cuanto a los mercados potenciales para suscribir nuevos pedidos, Navantia señala a los países del Golfo y Asia. En este continente, la empresa española ha logrado ya cerrar algunos contratos, como es el caso de Malasia y Tailandia, «tradicionalmente controlados por franceses y alemanes», dice el informe. Estos países cuentan con un elevado presupuesto para la compra de material militar naval de alto valor añadido, como fragatas y submarinos, pero carecen de una industria con capacidad para fabricar los buques.
Últimos encargos
También subraya la empresa la consecución de los últimos programas con Australia, que suponen plataforma en el mercado militar en la zona.
La presentación del plan se produce casi tres años después de asumir este compromiso la SEPI, que prometió elaborar un programa para los astilleros públicos tras la última reconversión, de diciembre del 2004. De hecho, el programa de futuro consolida una estructura por zonas geográficas y una organización que funciona desde que inició oficialmente su actividad Navantia, en marzo del 2005. (Fuente: La Voz de Galicia).